Esta discusión se conecta directamente con el rol docente dentro de la institución educativa, especialmente en relación con el control del clima áulico y la atención de los estudiantes.
En los últimos años surgieron distintos modelos para regular esta situación. Desde prohibiciones totales hasta espacios de guarda voluntaria o gabinetes especiales. La evidencia científica empieza a mostrar tendencias sobre cómo estas medidas influyen en el aprendizaje, la convivencia y el bienestar emocional de los estudiantes.
Gabinetes y espacios sin celular: casos destacados
En Francia, donde desde 2018 rige una prohibición nacional del uso del celular en escuelas primarias y secundarias, muchas instituciones incorporaron casilleros de resguardo en la entrada del aula. Según datos del Ministerio de Educación francés, el 80% de las escuelas adoptó este sistema físico en vez de confiar solo en la norma, y reportaron una reducción notable de conflictos entre estudiantes y una mejora en la concentración durante las clases.
Reino Unido también avanzó hacia políticas más estrictas. Algunas escuelas utilizan gabinetes con cierre magnético que se abren solo al finalizar el día escolar. Un informe de la Education Endowment Foundation indicó que en estas instituciones se observó un aumento del rendimiento en matemáticas y lenguas, especialmente entre estudiantes que previamente mostraban mayores niveles de distracción digital.
En Estados Unidos, varios distritos educativos comenzaron a trabajar con bolsas bloqueadoras conocidas como Yondr. Los celulares permanecen dentro, sellados, y los estudiantes los reciben nuevamente al finalizar las clases.
Escuelas que implementaron este método reportaron mejoras en la convivencia escolar y una disminución de episodios de ciberacoso durante el horario académico.
Evidencia sobre el impacto en la atención y el bienestar
Distintos estudios han demostrado que la sola presencia del celular —aunque esté boca abajo y sin usar- afecta la memoria de trabajo y la capacidad de concentración. Investigaciones de la Universidad de Texas y la London School of Economics encontraron que los estudiantes rindieron entre un 6% y 14% mejor en evaluaciones cuando los celulares estaban completamente fuera de su alcance.
Incluso se observaron cambios en la vida social. Escuelas que implementaron gabinetes de guarda señalan que, durante los recreos, aumentó la interacción cara a cara: conversaciones espontáneas, juegos tradicionales y mayor comunicación entre pares. Estos hallazgos se conectan con la preocupación creciente sobre el impacto del uso excesivo de pantallas en el desarrollo emocional y relacional de los adolescentes.
Debates y tensiones dentro de la comunidad educativa
El conflicto no es solo tecnológico sino institucional. Muchos docentes reconocen que el celular interfiere en la dinámica pedagógica, pero también advierten que prohibirlo totalmente puede generar nuevas tensiones disciplinarias.
Por otra parte, algunos expertos en innovación educativa señalan que los dispositivos móviles también podrían utilizarse como herramientas potentes para personalizar actividades, un punto que se vincula con la personalización del aprendizaje en la era moderna. Sin embargo, coinciden en que su incorporación debe ser planificada, acotada y vinculada a objetivos claros.
En Argentina, distintas escuelas experimentan con cajas de guarda o acuerdos de convivencia, pero todavía falta investigación sistematizada. La mayoría de los testimonios docentes coincide en que, cuando los estudiantes dejan sus celulares en un gabinete al ingresar, las clases fluyen mejor, hay menos interrupciones y los vínculos entre los alumnos se fortalecen.



